¡Buenos días, buenas tardes, o buenas noches!
¿Cómo estás, Canguro?
🤟🏻 Aquí Sergio F. Núñez: recalculando ruta.
El MVP aprendió a caminar este pasado mes de agosto. Se lanzó a ello en la playa, en la Barrosa, en Chiclana. Entendemos C y yo que la arena y el espacio le daba tranquilidad para probarse.
Me perdí sus cinco primeros pasitos. Estaba pegándome con el Atlántico.
Desde ese mes ocho hasta el doce que vivimos hoy, su progresión ha sido inmensa. Controla por donde va, casi frena a su antojo y se levanta sin problema cada vez que se cae. Muchas veces tira la mano para pedirte ayuda, pero mi primera respuesta suele ser un “tú puedes”.
No siempre puede. A veces necesita que le coja la manita y le ayude a levantarse.
Aunque yo esté cerca, le anime y le apoye y le avise de alguna baldosa suelta, se seguirá cayendo. Malo sería que no se cayera. Deben dolerle las rodillas cuando acabe el día de las veces que, para llegar a donde quiere, antes se caiga.
Sabrá, pasado el camino, y ahí está el aprendizaje, donde están las piedras. Conocerá los recovecos del pasillo para evitar las esquinas. No se volverá a clavar la astilla suelta del parque.
He fracasado personal y profesionalmente en más de una ocasión. Es cuestión de vida. No sé si es obligatorio caer para lograr el éxito, sería bonito pensar que no, pero sí sé que es imposible no perder.
No puedo pretender que el MVP crea que nunca se caerá. Que todo saldrá siempre bien. Esa ensoñación de una realidad ficticia no haría más que provocarle una insatisfacción futura.
Es ridículo.
La realidad impondría su ley rápido.
No se trata de no caerse, si no de saber levantarse. Asumidos los errores, llorada la derrota y pasado el duelo, toca levantarse. Ya lo hicimos antes.
Hay que repensarse para mejorar. Es fundamental. Si no, perder no sirve de nada. Creer que has hecho todo bien después de un fracaso solo te lleva de manera inexorable a un nuevo fracaso.
Recalculemos los pasos, la idea y la ejecución. Hubo errores. La justicia deportiva va más allá de la incapacidad para generar peligro. La racanería rival no es el motivo de la derrota. La falta de una alternativa y la imposibilidad de reacción, sí.
Esto no va de no fracasar, va de cómo nos levantamos y crecemos después del fracaso.
Ya lo hicimos antes.
¡Gracias por leer y compartir!
Cómpartelo y difunde la palabra. Nos vemos la semana próxima, pero si quieres que hablemos antes podemos hacerlo en @SergioFNunez o en sergiofnunezs@gmail.com.
Éxito.
Sergio F. Núñez
Quién eres cuando fracasas